Antes de la aparición de las conservas, los alimentos se conservaban mediante la salazón, el secado al sol o el ahumado. A finales del SXVIII se descubre que los alimentos podían conservarse en recipientes herméticos.
En Galicia, a mediados del siglo XIX comenzó a gestarse la industria conservera por el espíritu emprendedor de la industria pesquera y salazonera ya instalada.
En la actualidad la industria conservera gallega está operando en todo el mundo con plantas en numerosos países y una flota que surca todos los mares.
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